lunes, 12 de septiembre de 2011

LUNES 12 DE SEPTIEMBRE


Lecturas
1.      1 Timoteo 2: 1-8
2.      Salmo 27: 2-9
3.      Lucas 7: 1-10
El texto de Lucas nos presenta al centurión romano como un hombre que:
-          Posee una exquisita humanidad, sinceramente preocupado por la salud de su criado
-          Ama y respeta al pueblo de Israel, y se interesa por su religión
-          Le llama la atención el ser y el quehacer de Jesús, y está abierto a lo que El pueda hacer a favor de su criado
Todo esto hace decir al Señor: “Les digo que ni en Israel he encontrado una fe tan grande” (Lucas 7: 9). Este hombre marca un contraste notable con las ocupantes autoridades romanas, que se caracterizaban por su autoritarismo, desinterés por la suerte de los habitantes del país, desprecio por su religión y por todas las manifestaciones de su cultura, y , con frecuencia, abierta agresividad hacia los judíos.
Jesús se maravilla de encontrar un ser humano de estas condiciones, por esto beneficia al criado del centurión con el don de la salud. Es propio del evangelio de Lucas destacar la compasión y la misericordia de Jesús, si hacemos un seguimiento cuidadoso del texto lucano encontraremos las constantes de esta tendencia, como en el presente relato del oficial romano y de su criado.
Justamente Jesús encarna de forma plena la solidaridad de Dios hacia el ser humano, es uno de los elementos sustanciales de su misión, y la atención permanente hacia los enfermos, débiles, excluídos, pecadores, marginados, siempre con la intención y práctica de integrarlos en la mesa del Padre, en la dinámica del reino. De esto también procede el reconocimiento de Jesús hacia aquellas personas que se manifiestan particularmente dotadas de humanidad, como en el caso de este que no tenía por qué serlo, dado su origen de hombre del imperio y de autoridad política y militar.
Qué nos dice este relato? Qué descubrimos en la actitud del centurión? En qué nos identificamos con él? Estamos siempre preocupados por los débiles que están cerca de nosotros? O más bien, despreocupados? Apreciamos las convicciones espirituales y religiosas que son distintas de las nuestras e intentamos un diálogo respetuoso? O nos consideramos poseedores exclusivos y excluyentes de la verdad?  Confiamos en el ministerio de Jesús que nos hace posible el acceso al Padre y a los hermanos, a todos los beneficios del reino y de su justicia, y lo hacemos con humildad? O nos sentimos muy seguros de nosotros mismos, de nuestros méritos, de nuestra autojustificación?
En el texto de la primera carta a Timoteo Pablo insiste en que: “Esto es bueno y grato a los ojos de Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2: 3.4). Es, una vez más, la apertura universal que Dios nos revela en Jesús, saliendo de los límites del judaísmo y manifestando la clara intención de que toda la humanidad sea cobijada por su misión, que reconoce en el centurión romano, una evidencia de ese mundo distinto del judaísmo que viene hacia el Padre y hacia el cual El envía a su Hijo.
Vemos aquí una invitación particular al reconocimiento y búsqueda sinceros de esa verdad y a la capacidad de distinguir sobre los muchos caminos por los cuales los seres humanos se dirigen hacia Dios, posibilitando un genuino diálogo entre religiones, sin sacrificar las identidades de las respectivas tradiciones espirituales. Muy a menudo hemos visto, y aún lo vemos, de la intransigencia de unas religiones frente a otras, derivando en violencia y en persecuciones. En la historia, los cristianos hemos propiciado guerras, inquisiciones, muertes, en nombre de nuestra verdad religiosa.
Hoy el mundo transita por la ruta de la globalización, que en muchos de sus aspectos sigue siendo excluyente porque desconoce las posibilidades de la inmensa mayoría de culturas y de sociedades, globalizando con preponderancia sólo a los países y economías poderosas. Cómo desde la fe en Jesucristo, y desde la comunión respetuosa con las religiones del mundo, ponemos a funcionar una globalización alternativa de encuentros, de realizaciones comunes a favor de la humanidad, de interacciones, de sabidurías compartidas, en esta apasionante tarea de buscar la Verdad y el Sentido?
Gandhi, Juan XXIII, Luther King, Mandela, Rigoberta Menchú, son figuras de esa voluntad de servir una mesa generosa para todos los humanos, superando barreras y trabajando por los acercamientos. Dejemos que el Espíritu nos seduzca, como al centurión romano.
Y en este clima altamente atractivo miremos en esta mañana con todo el cariño y cercanía a nuestros hermanos de LA LISTA y entreguémoslos al Padre Dios para que en su mesa común los atienda con exquisitez y compasión ( sentir con…..) y les sirva los dones de la salud, de la felicidad en el Espíritu, del sentido de la vida, siempre acompañados por los grandes seguidores de su Hijo, como Monseñor Romero y el Padre Arrupe. Amén.

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