jueves, 15 de septiembre de 2011

JUEVES 15 DE SEPTIEMBRE


Lecturas
1.      Hebreos 5: 7-9
2.      Salmo 30: 2 a 6 y 15 a 20
3.      Juan 19:25-27
Fiesta de Nuestra Señora, la Virgen de los Dolores.
Jesús, en la cruz, queriendo dar fortaleza a los suyos, proclama un testamento final y encarga mutuamente a su madre y al discípulo amado Juan, en quien la tradición de la Iglesia ve a todos los creyentes y en María a la nueva humanidad. La herencia de María es toda la comunidad de los creyentes y esta es cuidada y asumida por la maternidad de ella, que sintetiza en todo su ser el nuevo modelo de ser humano según el Padre Dios.
María está totalmente referida al proyecto que Dios realiza en su Hijo Jesús, su acatamiento libre de la iniciativa teologal la hace protectora, mediación humana, encarnación de este don definitivo, al que ella se dedica sin límites, entendiendo que en toda la historia de Jesús se realiza esta intervención salvadora y liberadora. En el drama de la cruz, cuando se “decide” la vida de Jesús ella recibe de El esta herencia: “Jesús, al ver a su madre, y junto a ella al discípulo a quien tanto amaba, dijo a su madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Después dijo al discípulo: Ahí tienes a tu madre. Y desde aquel momento, el discípulo la recibió como suya” (Juan 19: 26-27).
En este aspecto, que es esencial, reconocemos que el seguir a Jesús es un asunto de totalidad, como lo hemos dicho a menudo, no se trata de una “tranquila” membresía de una institución prestadora de servicios religiosos, sino la implicación “junto a la cruz de Jesús, como María, de todo el ser , de todas las intenciones, opciones, conductas, sin reticencias, “usque ad mortem, mortem autem crucis”, hasta la muerte y muerte de cruz.
Esto es la verdaderamente apasionante y seductor vivido por María en su maternidad, la compenetración total con el proyecto de su Hijo, aún a sabiendas del inmenso dolor que esto le causó. Al contemplarla “juxta crucem lacrimosa” mirémonos también y preguntémonos si estamos en plan de membresía tranquila y floja o en dinámica de seguimiento enamorado del mismo camino del Señor,dispuestos a todo lo que El nos demande.
Finalmente, los hombres y mujeres que verdaderamente cautivan a la humanidad son los apasionados por un ideal trasciende la medianía de lo común, en este caso por el Dios siempre mayor, el de Pablo, el de Agustín, el de Francisco de Asís, el de Teresa de Jesús, el de Monseñor Romero, el de Ignacio y de Javier, el del Padre Arrupe.
Los asuntos fuertes que a menudo estremecen a la Iglesia, como los escándalos de pederastia por parte de sacerdotes, los silencios y omisiones nuestros, la falta de vigor profético, las prácticas que no se ajustan al Evangelio, son un lenguaje de Dios “al revés” para remover nuestra conciencia y para incitarnos a estar siempre junto a El, como la incondicionalidad de Nuestra Señora, que en Juan, nos asumió a todos como hijos.

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