domingo, 20 de noviembre de 2011

DOMINGO 20 DE NOVIEMBRE


Lecturas
1.     Ezequiel 34: 11-17
2.     Salmo 22:1-6
3.     1 Corintios 15: 20-28
4.     Mateo 25:31-46
Hoy es la solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, es el último domingo del año litúrgico; el próximo es primero de Adviento.
Esta celebración fue instituìda por Pìo XI en 1928, luego de firmarse el Pacto de Letràn con el estado italiano, por el cual la Santa Sede renunciaba definitivamente a toda pretensión sobre los llamados Estados Pontificios (màs o menos la mitad del territorio de Italia), y a su vez, el estado le concedìa en la ciudad de Roma el pequeño territorio del Vaticano, para tener allì su asentamiento temporal, también con categoría de estado autónomo, con la idea de tener una personalidad jurídica que permita a la Iglesia Catòlica tener una representación formal ante los gobiernos del mundo y poder facilitar la acción evangelizadora y social.
Los Estados Pontificios pertenecieron a la Iglesia desde la Edad Media, y fueron el pretexto para convertirse en una monarquía en competencia con las demás de Europa. De allì data esa tendencia de haber convertido el pontificado romano en una potencia política y militar, presentando al Papa como un soberano temporal, en abierta contradicción con los valores del Evangelio y con la propuesta de Jesùs. De este tiempo datan páginas penosas de la historia de la Iglesia, que los historiadores y comentaristas poco afectos a la misma se han encargado de divulgar ampliamente.
Al establecer esta solemnidad litúrgica, Pìo XI  (fue Papa de 1922 a 1939) querìa dar el mensaje de que el verdadero “poder” (¿???????) està en Jesucristo y que la suya es una realeza que trasciende los lìmites de la historia y de los modos humanos habituales para enseñorearse sobre personas, instituciones y demás realidades contingentes.
Desde luego que todo esto es para asumir una postura crìtica desde la lógica de Jesùs y desde su “no poder”. Una mirada creyente y densamente evangélica nos ayuda a  asumir estas tentaciones de desviarse de los ideales genuinos de servicio y donación de la vida, y a entenderlo como parte de la inserción del hecho cristiano en las realidades de la historia, pero nunca a justificarlo. Sabemos muy bien que el asunto de Jesùs no tiene nada que ver con el poder político, tampoco con el religioso. Y es nuestro compromiso de creyentes trabajar siempre para que esto sea evidente.
Còmo es Jesùs rey de la historia y del universo? Los relatos evangélicos, todos los escritos del Nuevo Testamento, y las comunidades cristianas primitivas contienen el màs contundente testimonio sobre esto: anunciando la Buena Noticia, incluyendo en la mesa de salvación a todos los seres humanos, dando preferencia a los últimos del mundo, viviendo despojado de toda arrogancia y de todo título de dominación, sirviendo sin descanso, revelando el rostro paterno de Dios, instaurando una nueva manera de relacionarse con El, comunicando su misericordia, dando a todos razones para la esperanza, bajándose de las razones humanas de empoderamiento y de soberbia para dar paso a un talante humilde enteramente dado a todos, hasta la entrega cruenta de su vida en la cruz.
Los textos bíblicos de este domingo delinean los rasgos de esta realeza.
En primer lugar, Ezequiel nos presenta el ideal de un BUEN PASTOR, que dice: “Como sigue el pastor el rastro de su rebaño cuando las ovejas se le dispersan, asì seguirè yo el rastro de mis ovejas y las librarè sacàndolas de todos los lugares por donde se desperdigaron un dìa de oscuridad y nubarrones”. (Ezequiel 34: 11-12). Este pastor tiene como razón de su vida el cuidado de sus ovejas y no escatima esfuerzos para lograrlo, todo en El es el pastoreo con énfasis en las lastimadas: “Buscarè las ovejas perdidas, recogerè las descarriadas; vendarè a las heridas, curarè a las enfermas…..” (Ezequiel 34: 16).
Què exigentes palabras estas para quienes hemos sido constituìdos en el ministerio ordenado en términos de una valoración constante de nuestro proceder: buscamos privilegios y comodidades? Argumentamos pretextos vanos para no ejercer el ministerio y sustraernos a sus exigencias?  O tenemos en la mira a hombres como Juan XXIII, Agustìn de Hipona, San Pablo, Ignacio de Loyola, Monseñor Romero, Pedro Arrupe, Maximiliano Kolbe, Damiàn de Veuster, el Cura de Ars, que se dieron totalmente a su Señor y ejercieron su servicio sin contemplar lìmites ni beneficios personales?
Jesùs es rey cuidando la comunidad, no sòlo la de los creyentes y bautizados, sino la totalidad del gènero humano. El es la plena revelación del amor de Dios con intención 100 % universal e incluyente. Esto es corroborado con el salmo de hoy que dice: “El Señor es mi pastor y nada me falta” (Salmo 22: 1).
San Pablo nos lleva a la dimensión teológica de esta realeza, destacando estos elementos:
-         Jesùs es el portador de la nueva y definitiva vida a partir de su resurrección, en El se realiza la garantía que el Padre establece para toda la humanidad en términos de legitimar la vida digna , honesta, teologal, implicándola en la Pascua de Jesucristo y haciéndola beneficiaria de la misma.
-         Jesùs afirma un nuevo tipo de poderìo: el que erradica la malignidad de los poderes de este mundo, el que extirpa el aparente dominio del mal y la injusticia.
-         El da sentido a toda la historia llevándola a su plena consumación en Dios, y el afirmar esto equivale a decir que también cada vida individual se integra totalmente en esta plenitud.
Porque: “Pues El tiene que reinar hasta poner a todos sus enemigos debajo de sus pies; el último enemigo en ser destruido es la muerte. Todo lo ha sometido bajo sus pies, es evidente que se excluye aquel que se le somete. Cuando todo le quede sometido, también el Hijo se someterà al que le sometió todo, y asì Dios será todo en todos” (1 Corintios 15: 25-28).
Podemos aquí considerar  en oración todas las realidades, propias de nuestra fragilidad, que nos aflijen: el vacìo de sentido, la soledad, la frustración de nuestros ideales, la injusticia, las guerras, la pobreza, la enfermedad, todas las evidencias del mal y, finalmente, la muerte. Con la sola fuerza de nuestro ser humano todo esto nos parece fatal y nos lleva al desencanto radical. Pero abiertos de modo definitivo, gracias a la acción pascual de Jesucristo, todo esto cambia de significado y quedamos inscritos para siempre en su perspectiva liberadora, superando con creces el absurdo y dando el mayor aval, el verdadero, a todo el ser humano y a su historia.
Y de  feliz remate, con el texto de Mateo, nos presenta el estilo de este rey, el de servir dignificando a los humillados y ofendidos y, al mismo tiempo, proponer que eso mismo es el modo de sus súbditos, el del cuidado, protección, servicio infatigable de la dignidad humana, porque “Les aseguro que lo que hayan hecho a estos mis hermanos menores me lo hicieron a mì” (Mateo 25: 40).
Es una parábola de la mayor elocuencia esta del juicio de las naciones, porque indica que Jesùs da sentido total a la historia si en ella se instauran la justicia, el respeto exquisito a cada persona y a toda la creación, si los valores dominantes son los de la equidad, la inclusión, la posibilidad de vivir con sentido y esperanza. Y esto demanda una vida que se niega evangélicamente a la pompa, a la vanidad, al poder superfluos, y acepta el servicio, la sobriedad, la entrega total de todo el ser. Asì como lo entendieron los grandes hombres y mujeres del Evangelio, y lo siguen entendiendo muchos en el mundo, por gracia de Dios.
Que cada cristiano y que la Iglesia toda sean realidades descalzas, bienaventuradas, siempre a contracorriente del vano honor del mundo, y que la realeza de Jesùs determine todo lo nuestro. Asì seremos creìbles.

Antonio Josè Sarmiento Nova,S.J.
Provincia Colombiana de la Compañìa de Jesùs –Pontificia Universidad Javeriana.
Domingo 20 de noviembre de 2011
Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo

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