miércoles, 23 de noviembre de 2011

MIERCOLES 23 DE NOVIEMBRE


Lecturas
1.     Daniel 5: 1-28
2.     Daniel 3: 62-67 (sigue el Cántico de los tres jóvenes)
3.     Lucas 21: 12-19
La lectura del evangelio de hoy es una invitación a la esperanza en medio de la contradicción. Será esto, como piensan algunos, un constante y enfermizo complejo de persecución por parte de los cristianos, una inútil victimización? O, muy en serio, una identificación con el Señor Jesús y con el misterio de su cruz, asumiendo proféticamente su propuesta de ir hasta las últimas consecuencias en la confrontación de los poderes de este mundo, de las injusticias que de allí dimanan, de la utilización del nombre de Dios para legitimar absurdas decisiones humanas y de tantas otras determinaciones incompatibles con la pureza del mensaje cristiano?
La historia de la fe abunda en páginas heroicas de mártires y profetas, de vidas inmoladas con el máximo señalamiento en el amor, de solidaridades y servicios realizados en nombre del apasionado amor a Jesucristo y a la humanidad, fundamentados en las palabras de El: “Esto será ocasión para que den testimonio. Hagan el propósito de no preocuparse de su defensa , porque yo les daré un lenguaje y una sabiduría a los que no podrá resistir ni contradecir ninguno de sus adversarios………. Y a algunos de Ustedes los matarán. Todos los odiarán por mi causa. Pero ni un cabello de su cabeza se perderá. Si perseveran se salvarán” (Lucas 21: 14-15 y 17-18).
Este tipo de acontecimientos, si bien se dieron con mayor frecuencia en tiempos antiguos, también hoy suceden, y expresan vigorosamente la fuerza de Dios y la grandeza espiritual de tantos hombres y mujeres que apropian en sus vidas el poder liberador del Evangelio.
Desde las contradicciones vividas por la Iglesia Apostólica ante los poderes judíos y romanos, pasando por los mártires del cristianismo primitivo, y por los atropellos cometidos en algunos lugares de Europa durante la Edad Media y comienzos de la Moderna, hasta las realidades del siglo XX ocurridas en los campos de concentración soviéticos y nazis, con figuras tan notables como Dietrich Bonhoeffer, el Padre Kolbe, viendo también las determinaciones violentísimas de las dictaduras militares en América Latina, con los testimonios de los cristianos en Chile, Argentina,Nicaragua, El Salvador, Guatemala.
Los nombres de Monseñor Romero, de Carlos Mugica, de las religiosas norteamericanas Ita, Dorothy,Maura y la laica Jean Donovan (asesinadas el 2 de diciembre de 1980 en El Salvador), Luis Espinal en Bolivia, los Obispos Angelelli en Argentina y Gerardi en Guatemala, Isaías Duarte en Colombia,de los muchísimos humildes campesinos muertos en Centroamérica, también son elocuentes relatos en los que contrastan la ignominia del pecado de los violentos con la presencia esperanzadora de Jesús animando y dando pleno sentido a sus vidas.
En nuestros días hay fuertes persecuciones contra los cristianos en la India, Pakistán , Irak, algunos lugares de Africa,Filipinas. Cómo leemos estas realidades en nuestra oración y cómo llega a nosotros el mensaje de estos testigos de la fe? Vieron Ustedes la bella película “De hombres y dioses”, recientemente proyectada, que narra la vida y el martirio de los monjes trapenses martirizados en Thibirine – Argelia – en mayo de 1996? Apasionante este relato por la simplicidad de sus vidas, por su intensa fidelidad!

Cuando examinamos nuestras inconsistencias personales, y también cuando vemos algunas realidades que apenan a nuestra Iglesia (pedofilia, manejo indebido del poder, silencios de omisión, excesiva prudencia para decir las cosas ante abiertas injusticias) no podemos menos que ir a la presencia del Crucificado y preguntarle: estás allí porque fuiste un imprudente, insensato, exponiéndote a ese riesgo innecesario? O esa cruz es el aval que acredita la extraordinaria sinceridad divina y humana de tu vida, y la expresión más contundente del amor de Dios por la humanidad?
Oremos hoy en su presencia, pidamos al Espíritu que nos haga lúcidos en la conciencia y el conocimiento de este aspecto fundamental del cristianismo, y recibamos de El todas las razones para la esperanza. El poder de los violentos es apenas un estertor de la impotencia de quienes sólo tienen en sus manos la fuerza que destruye pero nunca el amor ni la rectitud de quienes todo lo empeñan por una nueva manera de vivir, digna, espiritual, humanista, siempre hacia Dios y hacia los hermanos, incluyendo a los agresores.
“Si el mundo los odia, recuerden que primero me odió a mí. Si  pertenecieran al mundo, el mundo los amaría como cosa propia; pero como no pertenecen al mundo, porque yo los elegí y los saqué de él, por eso el mundo los odia” (Juan 15: 18-19).

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