domingo, 20 de noviembre de 2011

El Mensaje del Domingo, por Gabriel Jaime Pérez, S.J., XXXIV Domingo del Tiempo Ordinario - Ciclo A, Solemnidad de Cristo Rey - Noviembre 20 de 2011



El Juicio Final - Miguel Ángel
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "Cuando el Hijo del hombre venga, rodeado de esplendor y de todos sus ángeles, se sentará en su trono glorioso. La gente de todas las naciones se reunirá delante de él, y él separará unos de otros como el pastor separa las ovejas de las cabras. Pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Y dirá a los que estén a su derecha: 'Vengan, benditos de mi Padre y reciban el reino preparado para ustedes desde que Dios hizo el mundo. Pues tuve hambre y me dieron de comer; tuve sed y me dieron de beber; fui forastero y me dieron alojamiento; estuve sin ropa y me la dieron, enfermo y me visitaron, en la cárcel y vinieron a verme.'

Entonces los justos preguntarán: 'Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te dimos de comer, con sed y te dimos de beber, como forastero y te dimos alojamiento, sin ropa y te la dimos, enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?' El Rey les contestará: 'Les aseguro que todo lo que hicieron con uno de estos hermanos míos más humildes, conmigo lo hicieron.' Luego dirá a los que estén a su izquierda: 'Apártense de mí, los que merecieron la condenación; váyanse al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Pues tuve hambre y no me dieron de comer; tuve sed y no me dieron de beber; fui forastero y no me dieron alojamiento, estuve sin ropa y no me la dieron, enfermo y en la cárcel y no vinieron a visitarme.' Entonces ellos le preguntarán: 'Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, como forastero, falto de ropa, enfermo o en la cárcel, y no te ayudamos?' El Rey les contestará: 'Les aseguro que todo lo que no hicieron con uno de estos hermanos míos más humildes, tampoco conmigo lo hicieron.' Estos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna." (Mateo 25, 31-46).

Al finalizar el año litúrgico celebramos la fiesta de Jesucristo Rey del Universo. A la luz del Evangelio y teniendo también en cuenta las demás lecturas [Ezequiel 34, 11-17; Salmo 23 (22); I Corintios, 15, 20-28], veamos qué significa esta fiesta para nuestra vida.



1.- “Cuando el Hijo del hombre venga rodeado de esplendor…”

¿Qué significa hoy para nosotros proclamar a Cristo como Rey del Universo? Él nunca quiso dejarse proclamar rey terrenal, obrando en cambio siempre como el servidor de todos, en especial de los más necesitados. Justamente por eso reconocemos su soberanía universal, no en el sentido de un poder terreno, sino en el de un reinado espiritual.

Todos los poderes de este mundo, sean de carácter social, político, económico o religioso, son relativos porque que deben orientarse a la realización auténtica del Reino de Dios, que, como dice el prefacio de la plegaria eucarística, es “Reino de verdad y de vida, de santidad y de gracia, de justicia, de amor y de paz”. Este mismo Reino o Reinado de Dios es el que proclamó Jesús desde el inicio de su vida pública, cuando empezó a decir y a mostrar con sus hechos que “el Reino de Dios ha llegado”, que “el Reino de Dios está cerca”.



2.- “Él separará unos de otros, como el pastor separa las ovejas de las cabras…”

Una imagen frecuentemente empleada en los textos bíblicos para referirse al Reino de Dios es la del pastor. En la primera lectura el profeta Ezequiel (siglo VI a.C.) la usa para referirse a la forma como Dios guía en persona a su pueblo: como el pastor que se preocupa por sus ovejas para orientarlo por los senderos del amor, la justicia y la paz. Esta misma imagen, que encontramos también en el Salmo 23 (22), es empleada por Jesús en los Evangelios para referirse a su pr4opia misión como redentor de la humanidad.

Pero Jesús se presenta además como el pastor que en el juicio final separará a las ovejas de las cabras, para indicar quiénes merecerán la felicidad y quiénes la desgracia. En el lenguaje bíblico las ovejas y los corderos son símbolos de bondad, mientras que las cabras y los chivos simbolizan el poder destructor del mal. Y su ubicación respectiva a la derecha o a la izquierda se relaciona con la costumbre que tenían los reyes de situar a su derecha a quienes recompensaban por sus méritos (por eso decimos en el Credo que Cristo está sentado a la derecha de Dios Padre). Jesús no califica a los animales ni las posiciones políticas, sino que emplea símbolos de la cultura de su tiempo para enseñarnos.



3.- “Lo que hicieron con uno de estos hermanos míos más humildes…”

“En el atardecer de nuestra vida, seremos juzgados por el amor”, escribió san Juan de la Cruz (1542-1591). Y un teólogo latinoamericano contemporáneo dice lo siguiente al explicar el artículo del Credo en el que afirmamos que Jesús resucitado vendrá a juzgar a vivos y muertos: “El Padre ha dado a Jesús el encargo de juzgar a toda la humanidad. Pero este juicio de Jesús será no sólo sobre nuestras acciones sino también sobre nuestras omisiones. Sobre todo esta última parábola del juicio final es una clara indicación de que Jesús se identifica con el pobre (el hambriento, el sediento, el sin hogar y sin ropa, el enfermo, el encarcelado). Jesús nos juzgará sobre nuestra solidaridad para con los marginados. Más aún, podemos decir que dejará que los mismos pobres nos juzguen: ellos son la Corte Suprema de Justicia de la historia. No valdrán en aquél momento las buenas intenciones, ni los buenos deseos, ni siquiera los ritos o prácticas de devoción, sino únicamente nuestra acción concreta en solidaridad con los pobres de este mundo” (Víctor Codina, S.J.: Nuestro Credo).

Asimismo, cuando en el Padrenuestro decimos Venga a nosotros tu Reino, expresamos nuestra disposición a colaborar activamente en el triunfo definitivo del amor sobre el odio y la indiferencia, de la paz sobre la guerra y la violencia, de la vida sobre la muerte, como dice san Pablo en la segunda lectura. En tal sentido, unámonos a la siguiente reflexión orante de otro teólogo contemporáneo: “Tengo que preguntarme si siempre ha sido importante para mí rezar por la venida de tu señorío de amor. ¿Cómo pudo ocurrir que una y otra vez me arrebataran la paz ciertas pequeñeces como si fueran más importantes que la revelación de la forma fundamental de tu reino de amor, de justicia y de paz? (…). Sin embargo, confiado en tu gracia, me atrevo a expresar este ruego fundamental y universal. Sí, yo te pido la gracia de una decisión total para buscar en el futuro, en todo y sobre todo, primeramente el Reino de tu amor. Dame la valentía de ver las inevitables consecuencias de esta oración, y de vivir de acuerdo con ella”. (B. Häring, CSR: El Padrenuestro: Alianza, plegaria, programa de vida).-

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