miércoles, 9 de noviembre de 2011

MIERCOLES 9 DE NOVIEMBRE


Lecturas
1.     1 Corintios 3:9-11 y 16-17
2.     Salmo 45: 2-9
3.     Juan 2: 13-22
En esta última temporada  de COMUNITAS MATUTINA los textos del evangelio que nos propone el orden litúrgico de la Iglesia tienen que ver con las confrontaciones de Jesús a los fariseos,sacerdotes y maestros de la ley, y la crítica profunda a su sistema religioso.
 El de hoy no es una excepción. Atendamos este relato: “Como ya estaba próxima la fiesta judía de la pascua, Jesús fue a Jerusalén. En el templo se encontró con los vendedores de bueyes, ovejas y palomas; también estaban allí, sentados detrás de sus mesas, los que cambian dinero.Jesús, al ver aquello, hizo un látigo de cuerdas y echó fuera del templo a todos, con sus ovejas y bueyes; tiró al suelo las monedas de los que cambian dinero y tumbó sus mesas; y a los vendedores de palomas les dijo: Quiten esto de aquí. No conviertan la casa de mi Padre en un mercado” (Juan 2: 13-16)
Pasemos de lo anecdótico al significado de esta narración. Es un gesto profético de la mayor contundencia que expresa la indignación radical de Jesús ante el comercio religioso, y más que eso, ante la prostitución de la religión de Israel, convertida en una observancia sicorrígida de normas y preceptos milimétricos, de prácticas rituales carentes de conversión y de convicción, y de una vanidad – tantas veces comentada aquí – nacida del sentimiento de autojustificación por parte de quienes se sentían los auténticos intérpretes de las tradiciones de Israel.
El templo es mucho más que el lugar físico, es la historia como espacio del acontecer salvador y liberador de Dios. Por eso Jesús, purifica esta simbólica y transforma su sentido, proponiendo una manera cualitativamente diferente para la relación con Dios y para la mediación religiosa. El templo es Jesús, en El acontece el Padre de modo decisivo y lo que revela no es un nuevo complejo de leyes y de prescripciones para el culto, ni estratifica a los humanos en observantes y no observantes, ni genera angustias ni sentimientos de culpa.
El anuncia que Dios es Padre, que sirve una mesa para que todos puedan estar en ella, y hace que sea Jesús el servidor de la misa, significando la intención universal de salvación y de sentido pleno de la vida. Así, Jesús nos libera del sometimiento a todo tipo de religiosidad que no esté en esta perspectiva. De ahí la fuerza profética de este texto, es provocadora en el mejor sentido de esta expresión.
Veamos lo que dice el texto de Pablo en 1 Corintios, siguiendo también el nuevo significado del templo: “Desde luego, nadie puede poner un cimiento distinto del que ya está puesto, y este es Jesucristo” (1 Corintios 3: 11) y “No saben que son templos de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él, porque el templo de Dios es santo, y ese templo son  ustedes” (1 Corintios 3: 16-17).
El ser humano y su historia son el lugar donde Dios sucede decisivamente y para eso la Palabra – Jesús – se hizo hombre, se implicó encarnatoriamente en todo lo nuestro, y en El Dios nos dice cuál es la alternativa. El es el nuevo templo, seguirlo es asumir este nuevo paradigma para ir hacia el Padre, rompiendo con el viejo orden legalista y ritual. Aquí no hay posibilidad de transacciones y comercios!
Recordemos que uno de los asuntos que más interrogó la conciencia del reformador Martín Lutero en el siglo XVI fue el de la venta de las indulgencias, un escandaloso negocio de religión que le ponía medida a la gracia de Dios. Lutero recupera la teología de la gracia contenida en la carta a los Romanos, en la que el núcleo central es la justificación por la fe, y no por los beneficios adquiridos por los propios méritos o por los perdones comercializados.
En esta mañana pidamos al Espíritu la capacidad profética para no dejar que nuestra relación con el Padre se convierta en un asunto de transacciones, de fetichismo, de cosificación de la fe, de reducir la gracia a un tema de cumplimientos que se pagan.

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