lunes, 14 de noviembre de 2011

LUNES 14 DE NOVIEMBRE


Lecturas
1.      1 Macabeos 1:10-15;41-43;54-57;62-64
2.      Salmo 118
3.      Lucas 18:35-43
Un referente constante de la sensibilidad evangélica es el ser humano necesitado de sentido, de razones para la esperanza, de reconocimiento de su dignidad. Para el proyecto del Padre Dios expresado en Jesùs lo primero es el hombre, la mujer, y la concreción de los ideales de salvación y plenitud para la humanidad. Este es un criterio determinante en el ministerio de Jesùs.
Por esto, nuestra mirada orante y solidaria debe estar siempre atenta a tantas personas que circulan por nuestra vida, con sus diversos estilos y actitudes, todos necesitan un motivo fundante para que su existencia tenga significado, pero pocos lo reconocen. Como en el caso del ciego que nos refiere el evangelio de este lunes: “Cuando se acercaba a Jericò, un ciego estaba sentado junto al camino pidiendo limosna. Al oìr que pasaba la gente, preguntò què sucedìa. Le dijeron que pasaba Jesùs de Nazareth. El gritò: Jesùs, hijo de David, ten piedad de mì” (Lucas 18: 35-38).
En el insistente clamor de este ciego se reflejan los constantes clamores de tantos y tantas en el mundo. Todos estos requerimientos son para nosotros ecos distantes que no nos afectan? Son como esas noticias de desgracias que ocurren en lugares lejanos y que apenas son un dato sensacionalista sin tocar nuestras fibras ìntimas? O, mejor, el crecimiento que va suscitando el Espìritu en nosotros nos hace dispuestos para sintonizar con estas llamadas que son también las de Dios convocando nuestras conciencias?
Ayer dijo el ministro de trabajo que 14 millones de colombianos no tienen un empleo digno, en otros momentos nos han comunicado que de 46 millones de colombianos el 63 % es pobre, y de este el 25 % vive por debajo del mínimo vital. Sabemos lo que sucede en los países africanos debajo del desierto del Sahara: hambrunas, violencias interminables, agresiones entre etnias, gobiernos inestables, tiranìas. Tenemos también presentes las absurdas guerras en Irak y en Afganistàn. La semana anterior un deslizamiento causado por la ola invernal terminò con la vida de 50 personas en Manizales, y dejó a todos los habitantes de esa comuna como damnificados.
Este tipo de noticias son permanentes. Son los gritos del ser humano a la orilla del camino diciéndonos que el modo como està “organizado” (¿?) este mundo està muy mal, demasiado mal. Recientemente el Papa Benedicto XVI dijo que el modelo financiero vigente debe cambiar sustancialmente, indicando estas y otras evidencias, porque excluye, condena a la miseria y a la falta de oportunidades. El movimiento de los indignados en diversos lugares del planeta también se une a esta tendencia para manifestar su inconformidad con este modo injusto, inequitativo y escandaloso. Los jóvenes universitarios en Chile y en Colombia protestan con vehemencia  por unas normas que dificultan enormemente el acceso a la educación superior y pugnan por uno que se realmente incluyente y que no comprometa de por vida las finanzas de sus familias.
Nos dice algo todo esto? Vemos allì a miles de millones de hombres y mujeres recordándonos que son dignos, que merecen vivir, que desean ser incluidos? Què piensan de esto en el Banco Mundial y en el Fondo Monetario Internacional? En la Casa Blanca y en el Elìseo? En todos los centros de poder? Y a nosotros, seguidores de Jesùs, se nos van los esfuerzos en acciones ocasionales o la solidaridad define todos nuestros proyectos de vida?
El procede asì: “Jesùs se detuvo y mandò que se lo acercasen. Cuando lo tuvo cerca, le preguntò: Què quieres que te haga? Contestò: Señor, que recobre la vista. Jesùs le dijo: Recobra la vista, tu fe te ha salvado” (Lucas 18: 40-42).  Este es el modo constante en la conducta del Señor, su atención de siempre a las voces de los seres humanos, y su respuesta restauradora y liberadora. Quien se plantee en serio a Jesucristo debe tener en cuenta que el compromiso solidario con todo hombre, con toda mujer, y en especial, con los condenados de la tierra, es normativo en el camino cristiano. Màs importante que ir a misa los domingos o que cumplir con las prescripciones rituales.
En esta mañana experimentemos que el Espìritu nos mueve a hacernos cargo de los hermanos, a establecer la projimidad como un dato esencial para nuestras decisiones y pràcticas consecuentes. No permitamos que el “sistema” enajene nuestra sensibilidad, no nos hipotequemos a la loca carrera del poder y del consumo, ni sofoquemos nuestra fe en Dios en una “ideología seudorreligiosa” que da màs importancia a las leyes que a las personas.
Estemos siempre buscando razones para la esperanza y, con Jesùs, seamos dispensadores de las mismas para todos los que claman “recobrar la vista”.

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