miércoles, 16 de noviembre de 2011

MIERCOLES 16 DE NOVIEMBRE


Lecturas
1.     2 Macabeos 7: 1 y 20-31
2.     Salmo 16:1-15
3.     Lucas 19: 11-28
En el calendario litúrgico de la Compañía de Jesús es la memoria de los santos Roque González, Juan del Castillo y Alfonso Rodríguez,martirizados el 15 de noviembre de 1628, en el Paraguay.
También los jesuitas conmemoramos hoy, 16 de noviembre, 22 años del asesinato-martirio de los Padres Ignacio Ellacuría, Amando López, Joaquín López, Juan Ramón Moreno, Segundo Montes,Ignacio Martín-Baró, de su empleada doméstica Elba Julia Ramos y de la hija de esta Celina Mariset Ramos.
Los hechos son ampliamente conocidos por todos, de modo que no hay que volver sobre los detalles sino fijar nuestra oración en el significado. Qué hace que haya hombres y mujeres dispuestos a dar su vida por un amor ilimitado a Dios y a la humanidad, teniendo como referente al Señor Jesús? Cuando instintivamente tendemos a proteger nuestra vida y a ser cautos para no exponernos, qué determina que estos – unos en el siglo XVII, otros en el siglo XX – hayan querido identificarse plenamente con su señor y maestro en la ofrenda suprema de todo su ser?
Dispongámonos para que el Espíritu , con el concurso de nuestro entendimiento,  esclarezca el significado teologal y humano de estas vidas.
Los primeros servían a sus hermanos en las llamadas Reducciones Guaraníes, anunciando la Buena Noticia, promoviendo la dignidad de estas comunidades, propiciando lo que hoy llamamos “desarrollo sostenible”, fomentando su identidad cultural, y protegiéndolos de los atropellos de los colonizadores españoles y portugueses. Se empeñan 100 % en esta misión y al final llegan a la palma del martirio.
Los segundos, en el contexto de la muy conocida historia centroamericana de los años setenta y ochenta, se convierten en voceros y testigos de un pueblo humillado y ofendido, su palabra es vigorosa para denunciar las contradicciones de la sociedad salvadoreña, unen su trabajo académico con un ministerio pastoral abnegado en comunidades campesinas, en sus publicaciones estudian con rigor todas las causas de esa inequitativa estructura, y cuando la violencia se precipita por la confrontación entre militares, escuadrones de la muerte y guerrillas, ellos se colocan en el medio como seguidores de Jesús y, en coherencia con esto, apuestan todo lo suyo para ratificar la dignidad y el derecho a la justicia y a la vida de las buenas gentes de este pequeño país de Centroamérica.
El “premio” es la muerte martirial, iguales a Jesús, “hasta la muerte y muerte de cruz”. Qué estremecedor lenguaje es este, en el que Dios mismo nos habla de los extremos del amor?  De la ofrenda personal que quiere ser plenamente dadora de vida?
Justamente el libro segundo de los Macabeos, del que viene la primera lectura de este miércoles, refiere el martirio de siete hermanos, llamados así, junto con su madre, por no prestarse a las veleidades y tiranías del rey Antíoco Epifanes. Sigamos las palabras del último de estos jóvenes, refiriéndose al violento monarca: “Pero tú, malvado, el más criminal de los hombres, no te engrías neciamente, alimentando falsas esperanzas y torturando a los siervos de Dios. No has escapado todavía al justo juicio de Dios que todo lo ve. ……. Yo, como mis hermanos, entrego mi cuerpo y mi vida por las leyes de mis antepasados, pidiendo a Dios que muestre pronto su misericordia a su pueblo…… “ (2 Macabeos 7: 34-35 y 37).
Qué nos dicen con su vida y con su muerte los hermanos Macabeos y su madre, San Roque González y sus compañeros mártires, los jesuitas de la UCA y las dos humildes mujeres? La palabra definitiva sobre la humanidad no la tienen los poderosos y los violentos, aunque puedan destruír y arrasar. La decisiva es la de Dios y esta es de vida y, por lo mismo, legitimadora de estos heroísmos, de estas evidencias elocuentísimas de amor y de coherencia existencial.
Hagamos un coloquio con el Crucificado, dejemos que su cruz nos haga finos, sensibles, solidarios, abnegados y leamos la donación total de estas personas en la clave de su amor crucificado.

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