domingo, 7 de agosto de 2011

DOMINGO 7 DE AGOSTO


Lecturas de hoy
1. 1 Reyes 19:9-13
2. Salmo 84:9-14
3. Romanos 9:1-5
4. Mateo 14:22-33
En un dìa como hoy, de 1814, el Papa Pìo VII restaurò la Compañìa de Jesùs que había sido extinguida por voluntad del Papa Clemente XIV 41 años antes, en 1773.
Hoy es el domingo XIX del tiempo ordinario.
Còmo se da la manifestación de Dios en nuestra vida?
El profeta Elìas – uno de las grandes mìsticos del Antiguo Testamento – nos da una pauta con la experiencia que refiere el texto de la primera lectura, tomado de 1 Reyes:”Despuès del terremoto vino un fuego,pero el Señor no estaba en el fuego. Despuès del fuego se oyò una brisa tenue; al sentirla, Elìas se tapò el rostro con el manto, salió afuera y se puso en pie a la entrada de la cueva. Entonces oyò una voz que le decía: què haces aquí Elìas?” (1 Reyes 19:12-13)
En el Antiguo Testamento uno de los lenguajes simbólicos utilizados para expresar la presencia de Dios es el del viento, en todas sus manifestaciones. Unas veces se da manera clamorosa, otras muy sutil, como en este relato. Ordinariamente se esperan evidencias contundentes, y la disposición del creyente es para que sea asì, por eso pasan inadvertidas las evidencias “suaves” de Dios, las que no son ruidosas, las que tienen tal sutileza que probablemente son las de mayor densidad espiritual.
En nuestra experiencia estamos buscando lo espectacular de Dios? Lo màs seguro es que no va a ser asì. Estamos sinceramente dispuestos a encontrar a Dios en nuestra vida? Se impone entonces una apertura-docilidad totales para saber descubrirlo en la simplicidad y sencillez de la vida cotidiana, en la discreción de lo ordinario del dìa a dìa, en la austeridad de nuestro modo habitual de ser y estar en el mundo.
Esto nos advierte ante esas grandes manifestaciones religiosas , muy en boga hoy con eso que se llama el “retorno de lo religioso”: apariciones marianas, grandes congregaciones, predicadores que “hacen milagros” (¿????), lenguajes sobrecogedores, y estilos similares. Elìas nos invita a la discreción, al silencio interior, a la mirada creyente que sabe discernir la cercanìa de Dios en las señales sobrias, de “bajo perfil”, pero no por ello menos densas y comprometedoras.
Còmo es nuestra actitud en esta materia? Estamos comprometidos con nuestro dìa a dìa y lo asumimos con el lugar propio de Dios en nosotros?En la relación de pareja y con los hijos? Padres?hermanos?amigos?comunidad? En el trabajo y en todo lo que constituye nuestro ejercicio cotidiano de humanidad?
El discernimiento, que es la aptitud suscitada por el Espìritu, es el modo con el que aprendemos a distinguir al Señor en la “brisa tenue” de nuestra existencia.
En la segunda lectura, de Romanos, Pablo se lamenta porque el pueblo judío ,que todo lo ha tenido en materia de elección y de posibilidades de acceder a la nueva lógica de vida traìda por Jesùs, no corresponde al privilegio: “siento una pena muy grande, un dolor incesante en el alma: yo por mis hermanos, los de mi linaje, querrìa estar excluìdo de la compañía del Mesìas” (Romanos 9: 2-3)
Estas palabras las entendemos en el contexto de la cerrazón de los judíos ante Jesùs y ante lo que El trae en términos de novedad cualitativa de salvación, de revelación del rostro paterno y misericordioso de Dios, de la inclusión de todos, sin excepción, en este beneficio, de la superación de la dinámica de la ley por la dinámica del Espìritu, y que es materia de frecuentes confrontaciones con los escribas y maestros de la ley. Una actitud de indudable soberbia religiosa y moral.
Tambièn es frecuente que personas que se sienten bien formadas en la fe, en la doctrina, y debidamente configuradas como personas “buenas”, tengan la tendencia a sentirse salvados , con la conciencia justificada, y a sentir que ya no hay necesidad de màs porque ya están salvadas, pensando siempre en los mèritos acumulados por sì mismos, sin estar abiertos a la gracia de Dios que es la que verdaderamente justifica gratuitamente. Es la vanidad de los que se sienten “elegidos” y desprecian a los demás, subestiman a los que no son como ellos, y dividen el mundo en buenos y malos, siendo ellos del primer grupo.
De què manera nos interroga este texto de Pablo? Nos sentimos muy buenos y creemos que estamos acumulando mèritos por cuenta nuestra para la vida eterna y por eso estamos convencidos de que ya no necesitamos màs gracia? Hay visos de vanidad religiosa y moral en nosotros? O humildamente sentimos una honda y constante necesidad de Dios y estamos abiertos a que El suceda siempre en nosotros? Como lo hemos preguntado tantas veces: tenemos la osadìa de dejarnos llevar? Reconocemos con generosidad las novedades de Dios en nuestras vidas?
En el relato evangélico de hoy Jesùs se presenta a los discípulos caminando sobre las aguas: “Al verlo caminar sobre el lago, los discípulos se asustaron y dijeron: es un fantasma. Y gritaban de miedo. Al punto Jesùs les dijo: ànimo, soy yo, no teman” (Mateo 14: 26-27).
Los discípulos, hombres frágiles como nosotros, muchas veces han experimentado temor, inseguridad, como en tantos momentos de la vida nos sentimos cuando nos vienen crisis y dificultades, y nos vemos disminuìdos en nuestras seguridades. Jesùs nos invita , como a Pedro, a “caminar sobre las aguas”, pero nos hundimos, porque no tenemos la suficiente apertura a la invitación de El: “Desconfiado, por què dudaste?” (Mateo 14: 31)
Tenemos la certeza de que Jesùs es la expresión definitiva de Dios para nosotros y esa convicción està arraigada esencialmente en nosotros? Este relato concluye con la expresión de los discípulos: “Ciertamente eres el Hijo de Dios” (Mateo 14:33), señal de que , superado y asumido el desconcierto, ellos rescatan la confianza y la seguridad.
Còmo se da esto cuando Dios y la vida nos prueban de tantas maneras? En la enfermedad? En la ruptura afectiva? En el fracaso laboral? En las dificultades económicas? En las inevitables manifestaciones de nuestra fragilidad? Confiar en Jesùs nos es para que El nos resuelva automáticamente estas realidades inherentes a nuestra condición humana sino para que esa fe nos habilite para encontrar un sentido en ellas, un sentido redentor, salvador, liberador. Jesùs sì està presente y nos invita a dar el paso, “caminando sobre las aguas”, siguiéndolo a El, decididos, confiados, tomados de su mano, pero si menoscabar las posibilidades de nuestra responsabilidad y de nuestra libertad.
Tenemos un domingo de muchas posibilidades para la oración, vivámoslo con apertura, El vive y està entre nosotros, invitándonos a no temer.

Antonio Josè Sarmiento Nova,S.J.
Provincia Colombiana de la Compañìa de Jesùs
Pontificia Universidad Javeriana
Domingo 7 de agosto de 2011

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