martes, 16 de agosto de 2011

MARTES 16 DE AGOSTO


Lecturas de hoy
1.      Jueces 6:11-24
2.      Salmo 84: 9-14
3.      Mateo 19:23-30
Fijémonos en la oración de hoy en una de las expresiones más conocidas de los relatos evangélicos: “Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que el que un rico entre en el Reino de los Cielos” (Mateo 19:23). Ya sabemos muy bien que para el seguimiento de Jesús se impone como normativo el hacer rupturas con todas aquellas realidades que nos impiden ser libres para llevar una vida genuina  e identificada con el proyecto de Dios: el universo de los afectos desordenados que se manifiestan en la búsqueda indebida del poder, también en su uso egoísta, en la acumulación de bienes materiales concebidos como fin en sí mismo, en la ruptura de los vínculos de solidaridad con los demás seres humanos por dar primacía al poder y al dinero, y tantas otras manifestaciones que hipotecan nuestra autonomía. Esto es recurrente cuando nos proponemos con seriedad asumir el proyecto de Jesús.
Los bienes materiales, el dinero, son medios para vivir con dignidad, tener un arraigo material es plenamente legítimo, y esto es lo que nos lleva a construír un mundo de justicia en el que esto sea posible para todos en igualdad de condiciones. Sin embargo, la dramática realidad del mundo es la brecha entre ricos y pobres, con todo lo que esto implica de inequidad y de pérdida de oportunidades para millones de seres humanos, mientras hay escándalos de derroche, de consumismo, de vida excesivamente confortable e indiferente a la suerte de los excluídos.
Esto es incompatible con una saludable ética humanista y también con los valores que son esenciales en el camino cristiano. Hipotecarle la vida a la riqueza económica y a la vida cómoda son asuntos que no entroncan con Jesús, porque El lo que nos propone es una vida de comunión, de solidaridad, de justicia. Estas palabras del texto de hoy son muy fuertes, en grado sumo, porque dan paso a una confrontación de fondo al ser humano que transita por estos senderos.
Es preciso aclarar que las renuncias cristianas no son rupturas para disminuirnos o para hacernos infelices, o para llevar una vida de penitencias y sufrimientos extremos. Como lo hemos reflexionado tantas veces, justamente se trata de vivir en bienaventuranza, es decir, en felicidad al estilo de Jesús, una vida plena, realizada, inscrita en Dios y apostándolo todo por un modo de vida que se traduce en servir, en compartir, y en propiciar lo mejor en términos de dignidad para todos los seres humanos.
Por esto la riqueza material por sí misma no acredita para la vida del reino, porque hay allí una clara negativa a trascender hacia el Padre y hacia los hermanos. La pregunta es por nuestra actitud ante el dinero, ante lo material: es para nosotros fin en sí mismo o lo buscamos como medio para una vida digna y respetable?  Absolutizamos nuestros bienes materiales y somos codiciosos? O llevamos una vida sobria, sabemos compartir, y tenemos claros los fundamentos del reino de Dios y su justicia?
Al hacer esta oración se impone tener en  perspectiva con la mayor claridad los profundos desequilibrios e injusticias del mundo en el que vivimos.
Es una expresión de esto el deshacernos de comodidades para servir a los hermanos, y en el caso que ha sido motivo para el surgimiento de esta comunidad, el apoyo, la solicitud, la oración constante por todos los prójimos de nuestra LISTA, cuya realidad es para nosotros una invitación a dejar nuestro círculo de aislamiento para estar con ellos en la construcción de su esperanza en Dios y en el logro de una felicidad saludable. Siempre de la mano con los bienaventurados Pedro Arrupe y Monseñor Romero. Amén.

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