lunes, 22 de agosto de 2011

LUNES 22 DE AGOSTO


Lecturas
1.      1 Tesalonicenses 1:1-10
2.      Salmo 149: 1-9
3.      Mateo 23: 13-22
Esta carta a los Tesalonicenses es el primer escrito del Nuevo Testamento, compuesta hacia el año 50 después de Cristo, a la comunidad de cristianos de  Tesalónica, la mayoría de ellos de origen gentil (no judío). En el texto de hoy, San Pablo expresa su hondo afecto por esta comunidad, y hace recuento de cómo se originó entre ellos la fe en Jesucristo. El ministerio paulino junto con la fundación de iglesias locales, grupos de creyentes, también continúa su dedicación velando para que se mantengan activos en sus convicciones espirituales. Este es el auténtico sentido del ministerio ordenado en la Iglesia.
“Ante Dios, que es nuestro Padre, hacemos memoria de la vitalidad de su fe, del esfuerzo de su amor y de la firme esperanza que han puesto en Nuestro Señor Jesucristo”  (1 Tesalonicenses 1:3). Cómo se da en nosotros esto de estar pendientes del la fe de los demás y del cultivo de la misma? Esta ministerialidad abarca a todos los miembros de la Iglesia, es la mutua solicitud para que vivamos con autenticidad el seguimiento de Jesús y todo lo que esto implica, porque el ser cristiano no puede ser fruto de una inercia sociocultural, de una imposición, de una costumbre, sino de un don del Espíritu mediado en el trabajo apostólico de los mismos creyentes.
Ordinariamente  hemos asignado esta misión sólo a los ministros ordenados: obispos, sacerdotes, diáconos, cuyo modo de vida los compromete particularmente con este servicio, y esto está bien porque para han sido constituídos y “ordenados” para el servicio de la comunidad, pero la iglesia toda es ministerial, lo que quiere decir que también todos los bautizados tienen una misión de inducir a otros a la fe, de formarlos en la misma, y de ayudar a que esta se mantenga y crezca. Este es el trabajo apasionante de san Pablo y de tantos que han ejercido y ejercen este servicio a las iglesias.
Nos hemos planteado la pregunta de ser responsables de la fe de otros, y esto con seriedad y alto nivel de compromiso? En nuestro proyecto de vida está presente está dimensión? Qué hacemos actualmente para ayudar a otros en la madurez de su fe? Nos sorprenden estas preguntas porque no teníamos previstas estas exigencias?
Las comunidades cristianas no pueden quedar en ser simple configuraciones jurídicas o territoriales (parroquias) sino grupos vitales de cristianos claramente comprometidos con el Señor y con el modo de vida que de El se deriva, cuidadosos en la celebración, en la educación en la fe, en el servicio a todos los miembros , y en la dedicación especial a los que más la requieren. De ser centrales prestadoras de servicios rituales deben pasar a ser asambleas vivas, conscientes de la presencia de Jesús que anima y da vida a todo el proyecto comunitario.
El texto del evangelio es un duro cuestionamiento a la religiosidad aparente y vanidosa que no se esfuerza en convertirse al amor de Dios y a los hermanos, con expresiones tan fuertes como: “Ay de Ustedes, maestros de la ley y fariseos hipócritas, que cierran a los demás la puerta del reino de los cielos! Ustedes no entran, y a los que quieren entrar, no los dejan” (Mateo 23: 13-14). Es muy conocida la postura de Jesús ante la religiosidad legalista y ritualista de sus contemporáneos judíos, especialmente de los sacerdotes del templo y de los maestros de la ley, actitud muy severa que cuestiona en su raíz esta manera de “relacionarse” con Dios solamente a través de cumplimientos exteriores.
Vamos al fondo de nuestro corazón para examinar cuál es la actitud fundamental que tenemos ante Dios, si nos anima un deseo genuino de optar por El, y de llevar una vida coherente con su voluntad, o si nos limitamos a “marcar tarjeta” para cumplir con la exterioridad religiosa, sin conversión.
Hoy seguimos presentando a todos nuestros hermanos y hermanas de LA LISTA, particularmente consternados con la muerte violenta del joven Diego Felipe Trejos Lizarazo, a quien seguimos confiando al Señor, lo mismo que a sus padres Gustavo y Liliana. Con el Padre Arrupe y con Monseñor Romero los ofrecemos al Padre, también a mi hermana Clarita, que en esta semana tiene un nuevo proceso de quimioterapia. Por Jesucristo,Nuestro Señor.Amén.

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