sábado, 27 de agosto de 2011

SABADO 27 DE AGOSTO


Lecturas
1.      1 Tesalonicenses 4:9-11
2.      Salmo 97: 1-9
3.      Mateo 25:14-30
Es la memoria de Santa Mónica, madre de San Agustín.
Es muy saludable, en términos de crecimiento y de aprovechamiento de la vida, este encuentro diario con la palabra bíblica, porque ella surgió en contextos concretos de comunidades abiertas al don de Dios y empeñadas en su madurez espiritual y humana; comunidades muy reales como esta de los cristianos de Tesalónica, en Grecia.
Hoy, los tesalonicenses y nosotros recibimos una invitación de San Pablo a la vida fraterna, participativa: “Acerca del amor fraterno no es necesario que les escriba, porque Ustedes mismos han aprendido de Dios a amarse los unos a los otros.Y así lo practican con todos los hermanos que viven en Macedonia” (1 Tesalonicenses 4:9-10), y también al trabajo honesto: “…. Y trabajando con sus propias manos como les hemos recomendado” (1 Tesalonicenses 4: 11).
Dos asuntos esenciales para una vida auténtica, máxime si esta la entendemos y asumimos en el camino cristiano. La buena vida es la que se abre a los demás, la que genera vínculos saludables, la que propicia comunión y participación, la que se proyecta en misión y servicio, y esto es definitivo a la hora de vivir lo propio de la Iglesia, esta no puede ser una pesada institución donde cada uno resuelve de modo individual el “negocio” de su relación con Dios, sino, siguiendo lo específico de las comunidades del Nuevo Testamento, una asamblea, una “ekklesia”, un ámbito donde todos convergen en el fundamento de su unidad: el Señor Jesús, y de ahí derivan todo el dinamismo de su ser y de su quehacer.
Y proyectado a algo inherente al ser humano, el trabajo digno, honesto, entendido como fuente de realización y como modo de lograr los recursos para vivir con dignidad. Son dos bellas realidades en las que se juega la existencia. Mirémoslas en nuestra oración de este sábado.
Y esto está directamente vinculado con el aprovechar y hacer rendir los TALENTOS con los que Dios nos ha dotado para una vida creativa y fecunda, según la muy conocida parábola, que expresa: “Bien, criado bueno y fiel;como fuiste fiel en lo poco te pondré al frente de mucho, comparte la felicidad de tu señor” (Mateo 14: 21) o su contrapartida dramática: “Criado miserable y perezoso, sabías que cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí?....... Por eso, quítenle el talento y dénselo al que tiene diez” (Mateo 14: 26.28).
Esto es tan evidente: estamos haciendo de nuestra vida una ofrenda de fecundidad, haciendo valer todos los talentos, creciendo y poniéndolos al servicio de los demás seres humanos? O los desperdiciamos, en un ejercicio de irresponsabilidad? El contexto de este capítulo de San Mateo es el de una confrontación definitiva de la vida ante el juicio de Dios, como la parábola de ayer. El mismo Señor demanda de nosotros la mayor exigencia para que nuestra vida sea significativa, campo fértil para lo mejor, tal como El lo propone en su Evangelio. Qué entendemos por excelencia: competir, lucir, ganar, brillar? O amar, servir, señalarnos en la solidaridad, construír humanidad, ser instrumento de sentido para la vida de otros? Este es el núcleo de la parábola de los talentos: si estamos viviendo para el reino de Dios y su justicia.
Con un denso criterio evangélico estamos invitados a pasar por la vida dando frutos propios del Reino, asumiendo los criterios de Jesús como propios y traduciéndolos en una biografía llena de realizaciones de amor, no para acumular méritos en espléndidas hojas de vida sino para inscribirlos en el Padre Dios y en la perspectiva de las bienaventuranzas.
Que nuestra historia sea toda ganancia teologal y fraternal, al estilo de Jesús.
Y con esto, oremos confiadamente a Dios Padre-Madre para que proteja con su exquisitez y amor a todos nuestros hermanos de LA LISTA, haciendo brillar en ellos sus dones de salud y riqueza en el Espíritu, llevándolos con nuestro aprovechados en talentos Padre Arrupe y Monseñor Romero. Por Jesucristo, Nuestro Señor.Amén.

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