lunes, 15 de agosto de 2011

LUNES 15 DE AGOSTO


SOLEMNIDAD DE LA ASUNCION DE NUESTRA SEÑORA, LA VIRGEN MARIA
Lecturas de hoy
1.      Apocalipsis 11: 19  a 12: 1-6 y 10
2.      Salmo 44:7-15
3.      1 Corintios 15:20-27
4.      Lucas 1: 39-56
Dice Leonardo Boff a propósito de la Asunción de María: “La asunción significa para ella el encuentro definitivo con su Hijo, que la precedió en la gloria. La madre y el Hijo viven un amor y una unión imposible de imaginar. Ella no necesita ya creer en su divinidad en contra de todas las apariencias. Ahora ve ya la realidad tal como es, la verdad de la filiación y de su maternidad divina” (En “El Rostro materno de Dios”. Eds. Paulinas.Madrid,1981;pag. 203).
María es totalmente de Dios, es asumida plenamente por el Padre, y por eso ella es el medio humano para hacer presente al Hijo en la historia, en nuestra realidad, a través de la maternidad de María Dios asume todo lo humano para redimirlo , salvarlo, liberarlo, y ella, a su vez, al concluír su vida histórica entra a hacer parte plena de Dios: “Apareció en el cielo un signo sorprendente: una Mujer, vestida de sol, con la luna bajo sus pies y tocada con una corona de doce estrellas” (Apocalipsis 12: 1)
María hace parte esencial de la “lógica” de la encarnación, por su maternidad, escogida por Dios, se hace posible la humanidad de Jesús, y este asumir todo lo humano, este implicarse en todo lo nuestro, hasta los aspectos más dramáticos y dolorosos de nuestra condición. Y ella, siempre incondicional, totalmente disponible, sin reticencias, ante esta iniciativa , como lo expresa con tanta densidad el MAGNIFICAT, contenido en el texto de Lucas que hoy proclamamos como lectura del evangelio: “Alaba mi alma la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador, porque ha puesto sus ojos en la pequeñez de su esclava. Desde ahora, todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mí cosas grandes el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le aman” (Lucas 1: 46-50).
Preguntémonos si somos conscientes de ser asumidos por Dios, si esta certeza es nítida en nuestras vidas y si todo nuestro proyecto está arraigado en esta convicción. Es clarísimo que no se trata de un providencialismo desconocedor de nuestra libertad, pero sí de una fundamentación teologal de la totalidad de nuestra historia, como lo testimonia Nuestra Señora. Este es un elemento de central valor creyente para considerar en la oración de este día de la Asunción de María, que comporta una combinación de seguridad de que la gracia de Dios actúa eficazmente en nosotros, contando con la respuesta de nuestra libertad.
Todo esto está claramente vinculado con la resurrección de Jesús, garantía decisiva de nuestra esperanza, como lo expresa San Pablo en la segunda lectura de hoy: “Pues del mismo modo que por Adán mueren todos, así también todos revivirán en Cristo” (1 Corintios 15: 22). Este testimonio no es una consideración piadosa, es la afirmación clave que articula todas las búsquedas humanas de sentido y trascendencia.
María es densa narrativa de este acontecer de Dios, porque ella, acogiendo plenamente el don de Dios, y asumiendo la maternidad de Jesús, relata las maravillas del Padre en un estilo de vida plenamente bienaventurado, enraizada en el presente y proyectada al futuro pleno al que su mismo Hijo la lleva, como a nosotros, si tenemos la osadía de dejarnos llevar con El y por El hacia el Padre.
Ponemos muchas condiciones a Dios para ser asumidos por El? Seguimos cultivando reticencias, desconfianzas, inseguridades? O nos vamos aligerando de estos pesos para dejar que El sea todo en nosotros sin menoscabar las posibilidades de una libertad responsable, sabia, humana y evangélica al mismo tiempo? Nos sentimos en proceso de modelar en nosotros un ser humano configurado con Jesús: trascendente, afianzado en el Padre, solidario con todos los seres humanos, digno, pulcro, limpio, generoso hasta el máximo en la donación de sí mismo, como María?
Esta solemnidad de la Asunción de María es un veta riquísima en posibilidades de crecimiento humano y espiritual, está en la raíz misma de nuestra fe, de nuestra esperanza.
Y miremos a nuestros hermanos de LA LISTA  en esta clave  y presentémoslos al Padre para que experimenten, como Nuestra Señora, su bienaventuranza sanadora y liberadora. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén . Y con nosotros, el Padre Arrupe y Monseñor Romero.

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