miércoles, 24 de agosto de 2011

MIERCOLES 24 DE AGOSTO


Lecturas
1.      Apocalipsis 21: 9-14
2.      Salmo 144:10-18
3.      Juan 1: 45-51
En estos tiempos cuando somos testigos de tantas manifestaciones de inautenticidad de muchos seres humanos debemos preguntarnos con gran seriedad por las causas que determinan estos hechos, generadores de gran preocupación. En Colombia vemos con frecuencia corrupción , manejo indebido de los dineros públicos, negocios de baja moralidad en la contratación de obras públicas, compromiso explícito de políticos con grupos violentos y con narcotraficantes, abuso de poder, sustracción de grandes cantidades de dinero para beneficio propio, fraudes.
No podemos permanecer en la lamentación sino en la actitud proactiva que busca ir a la raíz de estas mentalidades y  de las actuaciones inspiradas en ellas. Es el fenómeno del relativismo moral, muy señalado por Benedicto XVI.
El texto de Juan destaca exactamente lo contrario, en palabras de Jesús: “Cuando Jesús vió a Natanael, que venía hacia él, exclamó: Este es un auténtico israelita, en quien no hay doblez alguna” (Juan 1: 47). En la sencillez de estas palabras del Señor está evidenciado el reconocimiento de la transparencia de este hombre. Cuántas veces en la vida nos llega muy hondo el testimonio de hombres y mujeres  “ a prueba de fuego”, insobornables, dignos, honestos, limpios, genuinos relatos de Dios. Y este es el marcado contraste con toda esa dinámica pecaminosa de la corrupción y de la oscuridad.
Como dice bellamente el salmo 119: “Dichosos los que con vida intachable siguen la ley del Señor; dichosos los que cumplen sus preceptos y lo buscan sinceramente; dichosos los que sin cometer ningún mal, siguen sus caminos” (Salmo 119: 1-3). No se trata de formar seres humanos con soberbia moral y religiosa, ni fundamentalistas, ni jueces de la vida de los demás, ni autojustificados, ni presumiendo de méritos ante Dios, se trata de que, gracias a la acción del Espíritu y a la respuesta de nuestra libertad, surja en nosotros una humanidad bienaventurada, asumida por el Señor, moldeada por el modo de ser de las bienaventuranzas, limpia, recta. Es la humanidad nueva.
El texto es de suficiente elocuencia e inspiración para nuestra oración de hoy. Asumamos que una de las expresiones de esta condición es la solicitud por los hermanos, como los que ocupan el compromiso de COMUNITAS MATUTINA, a quienes presentamos al Señor, acompañados por dos “israelitas auténticos”, como Monseñor Romero y el Padre Arrupe. Amén.

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