viernes, 12 de agosto de 2011

VIERNES 12 DE AGOSTO


Lecturas de hoy
1.      Josué 24: 1-13
2.      Salmo 135: 1-3;16-21;22-24
3.      Mateo 19:3-12
La primera lectura, del libro de Josué, es un reconocimiento de toda la acción salvadora y liberadora de Dios a favor del pueblo de Israel, ya en posesión de la tierra prometida; esta convocación también es una explicitación y recuerdo de la vocación de Israel: “Yo tomé a su padre Abraham del otro lado del río y le hice recorrer toda la tierra de Canaán, multipliqué su descendencia y le dí por hijo a Isaac……. Envié después a Moisés y Aarón y herí a los egipcios con los prodigios que obré, en medio de ellos. Luego os saqué de allí” (Josué 24: 3.5).
La particular experiencia religiosa y espiritual de Israel les lleva a descubrir en los hechos de la historia la acción de Dios: en lo real, en lo concreto, en acontecimientos de libertad en los que ellos descubren un sentido pleno de su vida. Sus biografías individuales y colectivas son narrativas de la acción liberadora de Dios, pero esto tiene una implicación: ellos son el pueblo escogido para ser el prototipo de humanidad, y el modelador de esa nueva manera de ser humanos es el mismo Dios. Esta es la vocación de los israelitas.
Cómo descubrimos la acción de Dios en la totalidad de nuestras historias personales, familiares? Es providencialismo puro o hay una mirada creyente que nos lleva a experimentar a Dios en toda nuestra vida? En los momentos críticos, díficiles, dolorosos, exigentes, también en la bonanza, en la plenitud, en la realización de nuestros ideales? Hacer conciencia de esa intervención constante y creciente de Dios nos hace conscientes de ser llamados a dejarnos configurar por Dios como nuevos seres humanos en Jesucristo?
Este texto de Josué es una muy buena invitación para orar a partir de nuestras biografías, vistas ellas como acontecer de Dios en todo lo que somos y hacemos: pasado, presente y futuro, y a aplicar allí el discernimiento como recurso que nos permite distinguir los “signos de los tiempos”, aquellas realidades en las que distinguimos con claridad la acción de Dios que nos invita siempre a ser mejores seres humanos y, con ello, a construír una historia de dignidad, de solidaridad, de plenitud, como un signo anticipado y muy comprometido del reino definitivo.
Esta es la propuesta de oración para este viernes 12 de agosto.
El lunes de esta semana, 8 de agosto, se entregaron a las autoridades judiciales de El Salvador, un grupo de oficiales retirados de la fuerza armada de ese país centroamericanos, todos ellos de alta graduación, acusados de haber sido los autores intelectuales de la muerte de seis sacerdotes jesuitas, de su empleada doméstica y de la hija adolescente de esta, el 16 de noviembre de 1989, en el campus de la Universidad Centroamericana José Siméon Cañas. Junto con ellos también se entregaron dos tenientes y otros militares de menor rango, autores materiales de la masacre.
22 años después siguen argumentando que son inocentes. Hay pruebas sólidas que desde el mismo día de los acontecimientos los incriminan. No se trata de una venganza por parte de los jesuitas, se trata de justicia, no sólo para ellos, sino para las muchísimas víctimas de esa cruenta guerra civil que azotó este hermano país,alrededor de 80.000 personas, crímenes en los que penosamente el estado y su fuerza militar tuvieron y tienen la mayor responsabilidad. Estos jesuitas se habían distinguido por su entrega total a la gente salvadoreña, desde su vida académica y desde su ejercicio del ministerio sacerdotal.
Ahora qué sigue en este proceso, ya tan antiguo? Los invito a considerarlo en su oración y también en su conducta humanista y cristiana, siempre en aras de la dignidad de los seres humanos, del tener muy claro que la voluntad de Dios es la  plenitud de todo hombre y mujer, aquí en la historia y en la trascendencia definitiva.
Justamente nuestro Monseñor Romero es de este pueblo de El Salvador, esos jesuitas fueron sus colaboradores pastorales, esas dos mujeres fueron sus feligresas.
Vivamos en esta mañana la presencia fuerte, salvadora, liberadora, de dios Nuestro Señor y presentémosle al pueblo de El Salvador,a estos militares responsables de ese crimen, y cegados por su propia soberbia, a todos nuestros hermanos-as de LA LISTA, y recibamos de este Dios la invitación para ser hombres y mujeres de gran dignidad, reconocedores de su acción en nuestra historia y llamados por El a construír la paz y la justicia. Monseñor Romero y el Padre Arrupe nos acompañan en esta misión.

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