domingo, 23 de octubre de 2011

Al entrar en oración, podemos recibir ayuda de otros que han tratado de poner en palabras lo que está sucediendo. Tomen las palabras del poeta y místico Rabindranath Tagore (1861-1941). Su pequeña colección “Gitanjali – Canciones Ofrecidas al Creador”, ha inspirado a muchos, y sus canciones se han convertido en himnos cristianos en India. Tagore celebra el inmenso y creativo Amor de Dios: “Tú me has hecho infinito, Señor, eso te complace. Esta pequeña vasija, la que vacías una y otra vez, la llenas siempre con vida nueva. Tus infinitos regalos llegan sólo a estas tan pequeñas manos mías. Las edades pasan, Tú me viertes sin parar, y siempre hay espacio para más.” En otro lugar él ruega: “Dame la fuerza, Señor, para asumir mis alegrías y mis dolores. Dame la fortaleza para que mi amor dé frutos en el servicio. Dame la fuerza para nunca desconocer al pobre, y nunca doblar mis rodillas ante el poder insolente”. Una canción en particular podría acompañarnos en la oración, celebrando la llegada misteriosa y eterna de Dios a nuestros corazones vacíos: “¿No han escuchado sus pasos silenciosos? Él viene, viene, siempre viene. En el dolor que sigue al dolor, son sus pasos que aceleran mi corazón, y es el dorado toque de sus pies el que hace que brille mi alegría”.

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