martes, 4 de octubre de 2011

MARTES 4 DE OCTUBRE

Lecturas
Jonás 3: 1-10
Salmo 129:1-8
Lucas 10:38-42
Hoy es la fiesta de San Francisco de Asís.
Muchos suelen interpretar el pasaje del evangelio de hoy, el relato de las hermanas Marta y María, amigas de Jesús, para afirmar que la oración – contemplación es más importante que la vida activa. Pero al observar con detalle la vida de Jesús en los relatos evangélicos resulta muy claro que no se trata de determinar una supremacía de la una sobre la otra.
Jesús sí intimó con el Padre en la oración para explorar su voluntad, pero al mismo tiempo desarrolló una intensa actividad apostólica. La oración explícita y la misión de servicio se alimentan mutuamente, no se entienden desconectadas porque ambas constituyen la integralidad de la existencia cristiana: “Mientras iban caminando, Jesús entró en un pueblo, y una mujer llamada Marta, lo recibió en su casa. Tenía Marta una hermana llamada María que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Marta, en cambio, estaba atareada con todo el servicio de la casa…..”  (Lucas 10: 38-40).
Cómo podríamos extender el reino y anunciar la Buena Noticia si estuviéramos dedicados de tiempo completo a la contemplación? Qué sucedería si nos dedicáramos a la pura acción misional sin alimentarnos de la Palabra y sin tener una experiencia orante? Es indudable que estaríamos mutilando elementos esenciales en el seguimiento de Jesús.
Por eso es clave en la oración de este día que evaluemos la proporción de oración y acción en nuestra vida, cómo las equilibramos? Cómo se complementan en nosotros? Qué nos sucede si las desconectamos?
En el carisma espiritual de San Ignacio de Loyola se habla de ser “contemplativos en la acción”. De la vivencia de los ejercicios espirituales se desprende una clarísima vida de oración y contemplación, que es el alimento del servicio apostólico y de la misión. A su vez, este encuentro con la realidad nos remite a una vitalidad  en la que interactúan el don del Espíritu y el dinamismo de la historia.
Una genuina espiritualidad está inserta en la historia, se encarna, se incultura, y una misión responsable se arraiga en la dinámica contemplativa. Marta y María en feliz equilibrio. A este respecto son muy recomendables dos libros del teólogo español José María Castillo: “Oración y existencia cristiana” y “El discernimiento cristiano”, ambos en las ediciones Sígueme de Salamanca. Estupendos trabajos sobre el significado de la oración en la vida apostólica.
Leamos en esta clave el texto de Jonás, que es la primera lectura de hoy. El profeta anuncia la destrucción de Nínive, que no es otra cosa que la frustración de su proyecto vital por apartarse del camino del amor y de la libertad responsable inscritos en Dios. Pero el ministerio de Jonás resulta fecunda porque los habitantes de esta ciudad contemplan su historia de desorden y captan la invitación de Dios a tener una vida digna y libre. Contemplan la realidad de su propio pecado y perciben que esa es una alternativa de muerte, y optan por acoger la palabra del profeta: “Los ninivitas creyeron en Dios: decretaron un ayuno y todos, desde el más grande hasta el más pequeño, se vistieron con ropas de penitencia” (Jonás 3: 5).
Francisco de Asís vivió algo similar, el fracaso en la cruzada y la enfermedad que le vino de ahí, lo llevaron  a revisar su vida y a sentirse profundamente vacío, en esa crisis se encontró con Jesús, y accedió a una vida totalmente nueva, libre, feliz, llena de sentido.Recuerdan la bella película de Zefirelli: “Hermano sol, hermana luna” o el libro de Leonardo Boff: “Francisco de Asís: ternura y vigor”?  Cada uno de estos autores captan muy bien el talante franciscano, maravilloso hombre de Dios, profundamente humano, evangélico, bienaventurado.

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