jueves, 6 de octubre de 2011

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Lecturas 
  1. Malaquías 3: 13-20 
  2. Salmo 1: 1-6 
  3. Lucas 11:5-13 
Al conectar el evangelio de hoy con el de ayer – que forman una secuencia coherente – se me ocurre preguntarme por qué se distorsiona tan gravemente a Dios alejándolo de la cotidianidad humana, del mundo real, y “elevándolo” a solemnidades y jerarquías, cuando el Dios que Jesús nos revela es un Dios descalzo, desposeído, a quien llamamos PADRE ABBA, como en el padre nuestro que propusimos ayer, y en quien podemos confiar totalmente. 
Qué manía esta de “secuestrar” a Dios y hacerlo inaccesible! Es , sin lugar a dudas, proyección de problemas de personas y colectivos que no han podido afrontar constructivamente y traducen su conflicto neurótico en esas falsas imágenes. 
El Dios de Jesús es cercano, encarnado, misericordioso, compasivo, incondicional, no requiere de revestimientos formales. Les propongo que orientemos nuestra oración de hoy por este lado, inspirados en el bello texto de Lucas, que entre otras cosas dice: “Pidan, y Dios les dará; busquen, y encontrarán;llamen, y Dios les abrirá” (Lucas 11 : 9).  
Estas palabras, llanas y simples, nos remiten al genuino ser de Dios y nos abren las puertas de una esperanza sin límites, pues constatamos que este es un Dios que “pasa al teléfono”, que se “toma un café” con nosotros, a quien podemos acudir para presentarle en vivo y en directo nuestras demandas de sentido, necesidades, dolores, rebeldías, vacíos, expectativas, deseos. Un Dios que sólo pide el requisito del corazón abierto y aquello – dicho tan a menudo aquí – de la “osadía de dejarse llevar”. 
Esto lo ratifica Jesús diciendo: “Porque todo el que pide recibe, el que busca encuentra, y al que llama , Dios le abre” (Lucas 11:10). Es un Dios totalmente disponible para nosotros! Y vuelvo a hacer el contraste: cuando hay tantos rechazos al ser humano, tantas antesalas, tantos requisitos y condiciones, tantas justificaciones aparentemente “razonables” para no escuchar ni abrir ni tener en cuenta los clamores de la humanidad, el maravilloso y apasionante Padre de Jesús nos resulta totalmente atento a todo lo que nosotros le planteamos, sin negar, claro está, nuestra responsabilidad y la disposición para hacerle frente a la vida como corresponde. 
Sentimos a Dios cerca de nosotros? Hemos dejado cultivar una relación de cercanía e intimidad con El? Tengamos presente que Jesús es la implicación de Dios en nuestra vida, es la máxima aproximación de El a la historia humana. Este misterio es fascinante en el máximo sentido en que algo puede serlo. Por eso le pedimos, lo buscamos, lo llamamos, siguiendo la invitación que El nos hace en el Hijo. 
Los filósofos existencialistas nos han dicho que los seres humanos somos radicalmente precarios, tenemos una “fragilidad estructural”, y no depende de nosotros evitarla. Si se desarrolla en nosotros una sensatez fundamental esto nos lleva al realismo, y a la humilde conciencia de ser “necesitados de algo más” que no somos nosotros mismos sino ALGUIEN que nos desborda y felizmente nos asume. 
No se nos puede olvidar que COMUNITAS MATUTINA surgió por solidaridad con la limitación que impone la enfermedad de seres muy queridos para nosotros, y por eso nos organizamos para que cada día vaya un mensaje de petición, de búsqueda, de llamamiento a Dios para que se fije en estas bellas personas de nuestra entraña , para que haga con ellos y ellas lo que El sabe hacer: bendecir, sanar, liberar, aliviar, perdonar, purificar, redimir, salvar. 
Estos versículos del capítulo 11 de Lucas son contundentes: a Dios no hay que decirle “Eminentísimo Señor” sino a secas: Padre, Abba, te pido, te llamo, te busco, como tantas veces lo hizo Jesús y como nos enseñó a hacerlo. El ámbito de lo sagrado es desposeído de nuestras vanidades y títulos fatuos! Qué bendición! 


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