jueves, 27 de octubre de 2011

MIERCOLES 26


Lecturas
1.      Romanos 8: 26-30
2.      Salmo 12: 4-6
3.      Lucas 13: 22-30
En la formación más tradicional del cristianismo se insistió mucho en la ascética y en las prácticas inspiradas por ella, con la intención de templar el espíritu, de hacer al creyente libre ante las ofertas del “mundo”, y cultivar en él un estilo de vida austero y sobrio, como una manera considerada excelente de identificarse con Jesús. Pensemos que a esto se refiere El cuando en el texto evangélico de este miércoles dice: “Esfuércense en entrar por la puerta angosta, porque les digo que muchos intentarán entrar pero no podrán” (Lucas 13: 24).
Recordemos a este propósito el libro clásico “La imitación de Cristo”, de Tomás de Kempis, texto que ha inspirado la vida de muchos cristianos, inculcando valores como la mortificación, la abnegación, la pobreza libremente elegida, el dominio de los sentidos, la renuncia a la vida cómoda, la dedicación el servicio humilde, la postura crítica ante la vanidad, y muchas otras alternativas de perfección espiritual, expresadas en frases como esta: “Haz,pues, lo posible por apartar tu corazón de las cosas visibles y adherirlo sin cesar a las invisibles. Porque los que siguen la vida de los sentidos mancillan su conciencia y malogran la gracia de Dios” (Imitación de Cristo, Libro 1 No. 16.Editorial Regina, 1974; página 70).
No es del caso entrar aquí a disertar sobre las interpretaciones de la espiritualidad en la edad media, el Kempis es de esta época, puesto que lo que aquí hacemos es dar pautas de oración y apoyar el crecimiento espiritual de quienes aquí  participan, pero sí es bueno referirnos a esto de la “puerta angosta” y brindar luces para su discernimiento.
Purificando las interpretaciones voluntaristas y aquello del desprecio de sí mismo, sí conviene advertir que en el seguimiento de Jesús hay unas exigencias que implican los valores morales y los estilos de vida de quienes optan por vivir según el Señor, y estas tienen que ver con un modo de ser y de proceder libre ante los bienes materiales, no depositando en ellos la confianza esencial; también asumiendo todo lo que se es y se hace con moderación, como expresando con eso que andamos al garete de pasiones desordenadas sino configurados con Jesús, ofreciéndonos como El al Padre y a los hermanos.
En una sociedad que promueve la vida fácil, que trata de aligerar los valores, que exalta la comodidad y el consumo, que no promueve la entrega de la vida ni hace de la solidaridad una bandera, es preciso constatar una vez más que lo cristiano vivido genuinamente es contracultural, y esta es justamente la “puerta angosta”.
Tengo ante mí este libro: “Seguir a Cristo en una sociedad de consumo” , del teólogo jesuita John F. Kavanaugh (“Following Christ in a consumer society: the spirituality of cultural resistance”. Orbis Books,New York,2006). Veo que el autor estudia el vacío interior, las relaciones quebradas, la despersonalización, gracia y desgracia en el mundo del consumo, el intercambio comercial, la cosificación de la vida y del ser humano, el miedo al sacrificio, la idolatría del tener, para luego pasar a hacer la propuesta cristiana siguiendo el estilo de vida de Jesús, pobre y desposeído, e inserto entre los humildes del  mundo, la vida simple, la profecía liberadora que derriba los ídolos. Es un trabajo sugerente, motivador, inspirado en esta lógica de la “puerta angosta”.
Todo esto se da porque a Jesús le preguntan: “Señor , son pocos los que se salvan”? (Lucas 13: 23), y El da la respuesta que conocemos. Cuando les propongo el ejemplo de “La Imitación de Cristo” no me refiero despectivamente a ese importante texto y al significado de la ascética cristiana, es un trabajo y una manera de pensar que han ayudado a moldear genuinas personalidades evangélicas, gente sincera en el camino del reino, justos, ecuánimes, rectos en su intención de vivir todas las implicaciones de aceptar a Jesucristo como Señor y Salvador.
Cómo nos mueve esto? Este camino no es el  de la complicación psicológica de una religiosidad mal entendida que se resiste a disfrutar de la vida y que ve todo placer como potencialmente maligno, hasta deformar a las personas y hacerlas timoratas y extrañas para muchos. Se trata de la forja de espíritus sobrios, discretos, libres, críticos de vanidades y arrogancias, con la certeza de que la felicidad no reside en poseer, en aparentar, en brillar, en poder, en ser incluídos en las élites y clubes de selectos, sino en servir, en amar, en compartir, en dar sentido, en ser testigos de lo definitivo.
No les parece que en muchos ámbitos de nuestra sociedad se vive una aterradora superficialidad?  Qué pensamos de los mapas mentales de la farándula? Y de tantos mensajes que sólo propician el confort, la buena vida, lo fácil, lo que no compromete a trascender? Por ahí este reto de Jesús que El mismo llama “la puerta angosta”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Archivo del blog