lunes, 31 de octubre de 2011

LUNES 31 DE OCTUBRE


Lecturas
1.      Romanos 11: 29-36
2.      Salmo 68:30-37
3.      Lucas 14:12-14
En el calendario litúrgico de la Compañía de Jesús es la memoria de san Alonso Rodríguez.
Dentro de los valores que Jesús nos inculca como propios del Reino está el de la gratuidad. El mismo es el obsequio, totalmente incondicional, gratuito, de Dios a la humanidad.
Mas bien, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los cojos y a los ciegos. Dichoso tú si no pueden pagarte! Recibirás tu recompensa cuando los justos resuciten” (Lucas 14: 13-14), es el mensaje que Jesús nos deja en este día. Nos lleva a pensar en ese hábito social de hacer favores y recibir por ello pago y recompensas. Lo gratuito es bastante desconocido en esta cultura.
Se atiende a quien es importante y tiene la posibilidad de retribuír, se hacen homenajes a los poderosos, a los prestigiosos, siempre pensando que eso producirá dividendos. Hay una lógica del interés funcionando en todo esto, pero casi nunca se piensa en el pobre porque este no paga, pero sí agradece.
Que nuestra oración de este día vaya por esta pista de la gracia, del don, de lo que se da sin condiciones, del darse sin esperar premios, del gusto de dar y compartir, esto es algo demasiado sencillo, de una simpleza extrema, y por ello mismo de una profundidad humana y evangélica incalculable. Consideremos en nuestra oración la incondicionalidad total del amor del Padre hacia nosotros expresada en Jesús y en la entrega de todo su ser a la humanidad. Eso es una palabra vacía, grabada en el “disco duro” de la historia, o una conmovedora y definitiva realidad de salvación en la que nos va el sentido pleno de la vida? Como la vivimos? Cambia eso nuestra vida y la sitúa en una perspectiva de esperanza o ya lo volvimos rutina y no lo procesamos en la novedad de cada día?
En el estilo evangélico esto de la gratuidad es constitutivo, es la manera de ser propia del proyecto de Jesús, y, junto con ello, lo de tener en cuenta dignamente a “pobres, lisiados, cojos y ciegos” también hace parte de las cosas esenciales de El y, en consecuencia, normativas para quien desee seguir su camino.
El santo a quien conmemoramos hoy, Alonso Rodríguez, fue un hombre que vivió en esta perspectiva, primero fue casado y tuvo hijos, pero al morir su esposa y sus herederos, optó por ingresar a la Compañía de Jesús, en la que fue un discreto y humilde hermano, que se desempeñó como portero en el colegio de los jesuitas de Palma de Mallorca; fue también el primer y más importante influjo espiritual que tuvo San Pedro Claver, que también fue un modelo de gratuidad en la dedicación de su vida al servicio de los esclavos negros traídos de Africa en condiciones humillantes a Cartagena de Indias.
El trabajo espiritual aquí consiste en despojarnos de los criterios mundanos de pago de favores y búsqueda de premios y de aplausos para evolucionar hacia un modo de vida totalmente marcado por el deseo de servir, de cultivar la solidaridad, de dignificar a la humanidad vilipendiada, y de experimentar el gozo interior de ser y proceder así, sin aspirar a nada más. Esto es exigente porque demanda una confrontación de la mentalidad utilitaria, interesada, superando esos mapas mentales de “amigo cuanto tienes, cuanto vales” para acceder al talante gratuito del reino de Dios y su justicia.
Tengamos la seguridad de que por aquí nos orientamos a la felicidad que no se termina , a la que trasciende en Dios, la que humaniza y abre oportunidades de ver la vida con la óptica de la mesa servida para todos en igualdad de condiciones, con el Padre por anfitrión, con Jesús como servidor, y con nosotros apasionados por no ser gente de clubes sociales, de eventos de etiqueta, sino de comidas en las que se anuncia la lógica de la nueva humanidad agraciada por el don de Dios.

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